Del Autor: Óscar Luna Prado
Sábado 22 de Diciembre del 2007
Plaza Pública de Amatlán de Cañas
18:30 horas
He aquí algunos párrafos proporcionados por Óscar Luna Prado acerca su citada obra:
"
El presente trabajo, se desarrolla con el apoyo oral y documental. Del primero es una lista enorme, con la cual se enriqueció la presente obra, de los amatlecos que hoy viven en el querido Amatlán, los cuales fui acumulando en el paso de dos años y enriqueciendo con obras documentales.
Pero quiero hacer mención a los primeros, los actores principales de la obra, los fervientes amatlecos, que día a día transmiten ese conocimiento como espuma que derrama en el vaso.
Es por ello que la obra de
Es así, como homenajeamos esa historia, la que no esta escrita, la oral. Por la cual y en la cual se vive y revive el Amatlán de ayer.
En seguida menciono algunas personas e instituciones que participaron en
Dedicatoria.
Estos personajes, que día a día con su trabajo hacen disfrutar a los de casa y a los que nos visitan; también a las personas que se recuerdan y no están con nosotros, a ellos dedico estas pocas planas, algunas recordadas, otras que se escabulleron a mis oídos las cuales rescaté, como la “historia oral” llamada por especialistas y otras tantas por el recuerdo de mis días en plenitud que pasé en mi querido pueblo.
Amatlán no representa números, ni estadísticas frías y agónicas, sino la calidez de su gente que ha sabido sortear fabulosamente las tempestades y festejar los días cálidos, disfrutando de su buen sabor de sus melodiosas cuitas, que para eso nos pintamos solos, basta con sentarnos y comenzar a platicar, ¿de qué?, de todo, hasta de las vivencias, las que se entretejen en la memoria para pasar a formar parte de ese “patrimonio” cultural.
Comenzaré como viene a mi memoria, tratando de que no se me escape ni uno solo:
Al comerciante y luego presidente municipal, Ignacio Luna Meza; al maestro etzatlense José Casillas; a los antiguos alcaldes Galdino Romero, y don Roberto Rubio; al que fungiera como gobernador del estado y amatlense además, José Limón Guzmán; al Maestro de música, Agustín Ibarra Gil de Ahualulco.
Al primer presidente municipal, Martín Madrigal; a los que integraron las agrupaciones musicales, los de
Al otro presidente municipal que se ocupó y preocupó de la música, Carlos Casillas.
Un reconocimiento expedito a
Músicos, cantantes y compositores lo son: Nacho y Joel, Jesús Zaragoza, Carlos Parra Ron, Raúl Cruz Oliden, felicitaciones a todos ellos.
Al padre y al hijo, carpinteros de oficio y artistas de corazón, Jesús Meza y “Chuy” Meza.
A los Hermanos García León “Galeón”, que con su empresa han logrado instituirse a bien en la comarca, con sus equipos de sonido.
A Fernando Ibarra, Juan Hernández, Juan Martínez, Francisco Domínguez, Lalo Navarro, Juan González, Jesús García “
Manuel López Peña “el Pirrín”, quien preparaba la mejor agua de cebada, y que además se escabullía entre las butacas del oscuro cinema, vendiendo sus tortas de pierna con mucho repollo.
A Gregorio Estrada, Trinidad Parra, Roberto Silva, Ricardo Silva Chapa, Fernando Ramos, Odón Román Olmos Zambrano, Guadalupe Arvízu, Gildardo Cruz Sánchez, Tomás Lara Esquivel y J. Jesús López F. Filarmónicos de los años setentas.
Los Tachenes: Daniel, Jesús, Roberto, Alfredo, Salvador Renteria.
A Miguel López, Juan Manuel Díaz Palomares, Víctor Parra Mosqueda, Manuel García Vázquez, músicos de corazón y jóvenes entusiastas, allá por los años setentas.
A Misael Parra Rivera, presidente municipal oriundo de
Primitivo García, mejor conocido como “Tín dijo el seco”; a Cruz Valle, Rafael Luna Moreno, a don Félix Reyes y Manuel García la “Chiva”.
Un afecto especial a los prestadores de servicios, Elizabeth Peña, a José Luis Pérez el “Chivi”; a la tía Lidia Luna; Murío y el “Güero” estos últimos carniceros; a Arturo, Luis y Carlos Herrera, los que venden con entusiasmo la fruta y verduras en el mercado; a Emerita Montaño; a doña Úrsula, Paula y sus hijas, quienes día a día nos dan a probar el pozole y las deliciosas enchiladas.
A los taqueros David y Chuy, a doña Zenaida Oliden, a Javier Álvarez, quien viene de una tradición de tablajeros de este valle.
A los del Servicio Postal amatleco, empezando por don Martiniano Chávez, Martín Chávez, Rodrigo Curiel, Abel Curiel Chávez; a los telegrafistas José Meza Hernández, Óscar Meza Ramírez y José Isabel Espaín, alias “Chabelo”.
A los que con su trabajo nos comunican poniéndonos en contacto con el mundo exterior en el ciber espacio, los señores Rodolfo Parra, Carlos A. Tovar Arreola,
Sandro Ortega, y Arturo García León, dignos homenajeados en esta ocasión por sus páginas web.
Al periodista y hoy bien logrado cronista municipal, Ezequiel Ramírez; al profesor Rafael Rodríguez, también preocupado por dar a saber el acontecer político con su hoja, “Abre los Ojos”.
A los voceros del pueblo, Jesús Espinosa, el “Chiquis”, y Francisco Baltasar, quienes reparten los rotativos el Realidades y el Express, respectivamente, mi gratitud al director regional de este último, mi amigo Francisco Javier Nieves Aguilar.
A Nacho Velasco, especial respeto por refrescarnos los días con su agua de cebada.
Al señor Santos Oropeza, fabricante de una de las mejores birrias tatemadas.
A los jóvenes, que deleitaban con sus obras teatrales, José Luis el “Chivi”, Timoteo Rubio “Tito”, Miguel López Jiménez; a mi padrino en su memoria Juan Díaz el “Cuetito” quien se embriagaba con los aplausos y los solidificaba en los edificios que construía.
A Beto Peña, por atinarle al negocio del hospedaje y esparcimiento de su balneario Agua Caliente.
A los industriales de la paleta helada; don Timoteo Rubio; Kiko Peña; Gil “el primo” y a doña Julia, quien tenía su negocio en lo que hoy es el mercado.
A don Nacho López el “herrero”, quien tenía mirada dura y gran corazón, y además contó con el primer televisor de Amatlán.
A los pioneros del sistema televisivo amatleco, los señores Primitivo García Aceves, entonces alcalde; a Guillermo López Tovar; a Cecilio Casillas, conocido en todo el mundo, como el profe “Chilo” y a mi padre el doctor Guillermo Luna Dipp.
A los señores, dr. Sergio Sigala, Manuel Cabrales, Machain, Basilio Rodríguez, precursores del automovilismo pueblerino.
A una de las bellezas de antaño, quien logró establecer su abarrote en el parián y además vendía los boletos de los camiones que llevaban a los amatlecos a Guadalajara, La “Prieta” López; luego le seguirían sus sobrinos con esta prestación de servicios, los hermanos Marcela y Marco Aurelio López Luna.
A los ruleteros del municipio, Manuel González, “Pancho” Navarro, el “Gol” y a su hermano Misael.
Al otrora presidente, quien transformó el centro histórico de nuestro pueblo, Marco Antonio Ron Álvarez, la “Goya”; y al arquitecto que la proyectó, Arturo Ortiz Salas.
A los panaderos que nos dan el pan de cada día, los señores: José Prado Valdéz el “Puro”, a los hermanos, mis tíos Vicente, José, Francisco, y Salvador Prado Quintero; a Eduardo Luna, a el “Babi”; al “Diablo”; a Alfredo Hernández, el “Chorruco”; Honorio, y a Olga Lidia García. A la que logró establecer la industria chocolatera, la señora Dolores Quintero Toscano.
A “Galencho”, Víctor el “Galenchín”, Lucio Tovar, Raúl Parra, Zenaida Pinzón, a la señora Chuy Peña, Arminda López Aguayo, “Meli” la de “Murío”, y Meredith Álvarez.
Sumo aprecio a los comerciantes, Fernando Navarro Valdéz y don Norberto, el del mercado.
A los trabajadores del aseo público municipal, que lo son y fueron, el “Pipa”, Juan David la “pistolita”, Inés el “Redaño”, “Memo” y Manuel; Luis “mamalena” y a “Chemón”.
A los que con su entusiasmo apoyaron y apaciguaron a los amatlecos en los días de quietud, Félix el fotógrafo; Maurilio García; “Tino” Becerra; don José “el soplas”, Inés hermana del “Pipa” y a don “Chico” el de las nieves de garrafa.
A los grandes constructores, don Lupe Parra y el doctor Humberto García Salas, anteriores alcaldes; al ingeniero Carlos Véliz el “Molcate”, al Párroco Jesús Flores Díaz y al señor cura Luis Villalobos López; al alarife Bernardo Torres y a don José Peña, maestro del ladrillo.
A los señores don Gil Navarro, Luis el de los tacos “enchilacatados” y a Gil, quien vende los elotes y cacahuates cocidos por las calles del pueblo.
A los que hicieron, reconstruyeron y vivieron la historia de nuestro querido pueblo: Tomás Gómez Hernández, mejor conocido en todo el orbe, como “Tomasón” y al señor cura Librado Tovar Montes.
A mis amigos, con los que he recorrido los caminos que nos marca Clío, para llegar a la casa de
Un reconocimiento especial, a mi amigo inseparable, que cuyo sentido personal lo hace inigualable, el bien querido por todo el pueblo: Tatá, menos conocido por Fernando López Jiménez.
Respeto al General Lorenzo Arreola, defensor del pueblo en el tiempo de
Al doctor Salvador Chávez Lozano y a sus hijos Ana, Ernesto, Alma, Salvador, y Guadalupe su esposa, quienes me abrieron el archivo del médico, para nutrir el anterior y el presente trabajo.
Agradecimiento a mis compañeros de trabajo, por escucharme decir las crónicas del terruño, su oído fue provechoso para hacer varias correcciones, ellos son: Fernando López, Lupita Salamanca, Alfredo Carmona, Antonio Contreras “maestro decano”, Rubén Quintero, mi amigo Víctor Robledo, Leticia Ponce Palomino, Ana Ramírez Contreras, Adriana Pacheco, Enrique Castañeda, Silvia Guerra Ruvalcaba, sumo aprecio a los profesores ya jubilados Felipe Ríos y Juan Ramón Castañeda Estrella, quienes me suministraron fuertes dosis de gramática española, y a todos y cada uno de ellos, muchas gracias.
A la memoria de la tía Aurora Dipp Murad, quien me aproximó para que viera las raíces del Cedro.
A los presbíteros, que tomaron como suyo este pueblo para beneficiarlo.
No quiero dejar pasar el profundo agradecimiento a la institución que le ha apostado a la cultura y al deporte, que está bien representada por los señores Onofre Aldana Topete y Fernando Salas Ortiz…
No quiero terminar esta lista, sin antes colocar los reflectores del agradecimiento, a una de las pocas personas que se han preocupado y ocupado por los que menos tienen, no sólo de la cabecera, sino de todo el municipio, él es el benefactor, que se desprende de lo que tiene para que los demás tengan un poco.
Esta actividad altruista, la viene haciendo ya tiempo en nuestro pueblo, me refiero al doctor Ignacio Luna Dipp, quien es querido por todo el “orbe amatleco”.
Al Alcalde, el ingeniero Gustavo Rubio Aguiar, quien le ha apostado a la cultura especialmente a la crónica de su municipalidad, gracias por todos.
Los últimos serán los primeros y especial agradecimiento a mi madre, la señora Irene Prado Quintero; a mis hijas, Ximena y Mariana y a mi esposa Mónica.
Muchas gracias a todos, y para ustedes es esta breve descripción de la historia de Amatlán, disfrútenla y no se olviden que el ¡recordar es vivir!
La cita es el sábado 22 de diciembre de 2007
En la Plaza pública de Amatlán.
18:30 horas
